La filariosis canina es una enfermedad provocada por un parásito comúnmente denominado como “gusano del corazón”.
Estos parásitos crecen en el interior del organismo, alojándose en algunos órganos y pudiendo llegar a producir graves infecciones e incluso la muerte del animal. Son frecuentes en climas cálidos, pero cada vez se encuentran más en zonas donde anteriormente eran poco comunes.
La filariosis en perros se produce cuando un vector (mosquito, pulga o garrapata) pica a un animal infectado ingiriendo las larvas del parásito que se encuentran en la sangre. En este momento el insecto se convierte en portador, de forma que cuando pique a un animal sano lo contagiará.
Aunque el animal contrae la enfermedad en el momento que es picado por el parásito portador, los primeros síntomas no comienzan a aparecer hasta aproximadamente 6 meses después. Esto se debe a que es cuando el parásito crece, alcanzando la forma de gusano, y se localiza en diferentes órganos, afectando a su correcto funcionamiento.
En función del órgano en el que se localice el parásito, los síntomas pueden variar, pero generalmente observaremos:
- Abultamientos y rascado continuo cuando afecta a la piel.
- Necesidad continua de beber y orinar si se localizan en el riñón.
- Dificultad respiratoria e intolerancia al ejercicio cuando se localizan en los pulmones.
- Colapsos y pérdida de conocimiento si se localiza en el corazón.
Para su diagnóstico es necesario realizar diferentes pruebas que nos permitan detectar la presencia del parásito en el animal. Los principales métodos diagnósticos que se usan son: analítica sanguínea, radiografía de los órganos donde pueda estar presente y observación de una muestra de sangre al microscopio.
En caso de que se confirme la infección del animal, el veterinario establecerá un tratamiento específico.
Si el animal no presenta la enfermedad es muy importante que le protejamos mediante el uso de antiparasitarios externos como collar y/o pipetas.